La Ciudad sin Cadenas

Todos habéis visto las calles, oido los gritos y visto nuestra ciudad arder. Todos tenéis padres, hijos y seres queridos perdidos en esta plaga peor que la propia Ruina. A manos de estos demonios que se hacen pasar por hombres, por protectores y defensores que reinterpretan el Cantar para sus propies fines, liderados por un Monstruo carmesí cegado por su adicción.

Oigo ya vuestras dudas. ¿Qué podemos hacer nosotros? Somos los desposeídos, los inocentes, las víctimas. Somos los que huyeron de la Ruina para encontrar la guerra y la opresión. Estamos cansados, sucios, heridos y enfermos. ¿Qué puede hacer gente como nosotros?

Cantad. En tabernas, en las calles, de los salones de Altaciudad a los tugurios de Ciudad Oscura, cantad. A la rebelión, a las horcas y cuchillos que se alzan como espadas de héroes de leyenda, a la furia y el despecho de los que nada tienen, cantad. Piratas en los muelles, Magos en el Cadalso, Elfos del Monte Hendido, Qunaris y Tal Vashoth por igual, cantad.

Porque una Voz que vuela en el viento y que se extiende como el fuego no acusa el peso de las cadenas.


  • Refugio cayó, la Ruina venció
  • mas el vasto mar trajo libertad
  • El velo rasgó con verde fulgor
  • y hasta el Hacedor por nosotros lloro.
  • Su Luz se perdió.


  • En Kirkwall se masca traición, nuestra salvación.
  • No tengo derecho y me niegan perdón.
  • Pero aún queda mi voz.
  • No comparto fe, ni nación, sólo esta canción.
  • Presta atención...
  • Aquí no hay compasión.


  • El Temple llegó y, sin piedad,
  • Alzaron sus armas con furia marcial.
  • Comandados por ella, la Bestia voraz.
  • El brillo en sus ojos el de un animal
  • con sed de sangre.


  • En Kirkwall se masca traición, nuestra salvación.
  • No tengo derecho y me niegan perdón.
  • Pero aún queda mi voz.
  • No comparto fe, ni nación, sólo esta canción.
  • Que arde como el fuego de la rebelión.
  • Ahora es vuestra decisión...